Vivir con una jirafa no es nada aburrido. Más bien es una fiesta continua, siempre asomando la cabeza por la ventana de casa, comiéndose todas las hojas de los árboles y la ropa tendida del vecino.
Vivir con una jirafa no es nada aburrido. Más bien es una fiesta continua, siempre asomando la cabeza por la ventana de casa, comiéndose todas las hojas de los árboles y la ropa tendida del vecino.